viernes, 14 de febrero de 2014

. La lucha rural en México del siglo XVI al siglo X, México

Verónica Alejandra Varela Flores.
Lic. Historia.
UAMCEH-UAT
Falcón, Ramona, liderazgo y revolución. Movimientos campesinos tradicionales y populares en la revolución mexicana, en Frederchs Katz (Comp.), Revuelta, rebelión y revolución. La lucha rural en México del siglo XVI  al siglo X, México, ediciones Era, 1990, vol. 2, pp. 89 – 112.
  La revolución mexicana ha sido calificada como un movimiento popular y agrario. El levantamiento organizado y sistemático que realizaran los pueblos de Morelos para recuperar sus tierras, o bien los movimientos más tardíos que tuvieron lugar en algunos estados de la republica, como Veracruz, Yucatán y Michoacán, donde las organizaciones políticas y militares de los campesinos forzaron importantes reformas en la estructura de la propiedad.
En la actualidad la revolución no fue un movimiento único y generalizado sino más bien fue un mosaico de rebeliones locales, cada una con sus raíces y objetivos. Por un lado los orígenes sociales de los participantes, tanto lideres como seguidores, las causas de las insurrecciones, los objetivos proclamados y los logros obtenidos, variaban significativamente de un movimiento a otro.
Por una parte se encuentra el levantamiento encabezado por Francisco I. Madero y en el otro extremo está el movimiento agrarista de Morelos, encabezado por Emiliano Zapata. Entre ambos se dará una variada gama de rebeliones regionales, que por ende compondrían la revolución.
REBELIONES TRADICIONES Y CARISMÁTICAS ALIANZAS Y ANTAGONISMOS, 1910-1920.
La insurrección en San Luis Potosí no fue, al menos en sus orígenes un movimiento impulsado por la protesta campesina en contra de la política agraria del porfiriato. Por el contrario, en buena mediad fue organizada por favorecidos del antiguo régimen.
Durante el gobierno de Porfirio Días, algunos sectores acomodados y medios entraron en conflicto con ciertas políticas gubernamentales y formaron varios frentes de oposición por lo que a lo largo de la revolución, la presencia de esta autoridad de corte tradicionalista, se convertiría en un obstáculo para la formación de un movimiento campesino fuerte e independiente, tanto en sus demandas como en su liderazgo.
 Entre quienes durante la revolución, hicieron valer este mando tradicional se encuentra la familia Santos, caciques dese 1829 en la Huasteca. A pesar de haber erigido en una importante fuerza económica regional los Santos padecieron algunos conflictos; uno de estos conflictos se origino cuando los gobernantes decidieron dividir las propiedades comunes. El objetivo era extirpar a fondo las causas de las rebeliones indígenas, así mismo se trataba también de obligar a los terratenientes huastecos que poseían tierras en forma de condueñazgos; por lo que la familia santos perdió su hegemonía local a manos de otra facción rival, también encabezada por rancheros.
Es aquí donde encontramos las raíces de las movilizaciones que caracterizaron a la revolución en San Luis Potosí. La dominación que soportaron los indígenas huastecos por parte de sus gobernantes a toda una serie de trabajos sin pago alguno.
EL AGRARISMO RADICAL.
Al quedar atrás la etapa armada de la revolución, tuvieron en San Luis nuevas formas de movilización y organización rural.
El profundo deterioro agrícola genero un desempleo que hiso estragos en el campo, mientras que muchas de las categorías sociales y formas de trabajo acostumbradas en ranchos y haciendas fueron alteradas. Todo ello ayudo a desquebrajar las relaciones paternalistas que unían a los peones con los terratenientes. Por lo que estos cambios sociales habían tenido lugar en medio de un ambiente explosivo. A fomentar este entorno contribuyeron los dirigentes radicales, que prometían a los campesinos y a los obreros un futuro mejor e insistían en la posibilidad que los trabajadores de la tierra adoptaran nuevas formas de participación. Fue entonces cuando nació el partido nacional agrarista (PNA), formado en 1920, fue el primero en tratar de agrupar a todo el sector rural en el país alrededor de la necesidad de impulsar la reforma agraria. San Luis se convertiría en uno de sus bastidores por tener como dirigentes a Antonio días soto y gama y Aurelio Manríquez. En San Luis, desde 1920  los agraristas del PNA buscaban movilizar a los trabajadores de la tierra a través de una forma diferente de autoridad.
El resultado de la reforma agraria fue sumamente significativo, si entre 1915 y 1920 se habían dotado treinta mil hectáreas, en el siguiente lustro los gobernadores entregaron 577 mil hectáreas ejidales. Tan solo en los dos años de gubernatura manriquista (1924/25)  se repartieron 302 611 hectáreas. Por lo que junto al estado de Morelos y el de Yucatán, el agrarismo potosino bien podría ser calificado como uno de los más pujantes del país.
EL CACIGAZGO DE UN LIDER CAMPESINO.
En  mayo de 1910 con el triunfo de Obregón sobre Carranza brindó a Cedillo la oportunidad de reconciliarse con el gobernó federal.
Cedillo volvería a tomar las armas, junto a sus guerrilleros, para ayudar al gobierno federal a pacificar la Huasteca, así mismo mas delante desempeñaría un papel importante en apaciguar las rebeliones castrenses entre 1923 y 1929, así como la guerra cristera de 1926 a 1929.
Hacía años que la revolución había paralizado las actividades agrícolas y ganaderas, dejando los ranchos y haciendas  sin labores  y sin trabajadores. Por lo que al regresar los combatientes cedillistas a sus hogares, estos se posesionaron de tierras baldías, cimentando así la influenza de su líder.
La eficaz colaboración de Cedillo en la pasificación de los rebeldes que seguían asolando las huastecas le permitió negociar con las autoridades federales la legalización de esas tierras ocupadas. El arregló se concertó en el verano de 1921, cundo el mismo Obregón fue a la Huasteca potosina para impulsar su pasificación animando a las tropas por medio del aumento de salario y aumentando sus efectivos.
Por lo que esta alternativa de reparto agrario surgió, básicamente, de los propios soldados cedillistas y de su jefe, por otra parte las tierras tenían que pagarse; y en la mayoría de los casos Cedillo no expidió unos títulos de propiedad. Por lo que el acceso a la tierra fue, hasta el final del cacicazgo, uno de sus privilegios. Por ende Cedillo se convirtió en una autoridad patriarcal en la garantía para alcanzar un mínimo de bienestar y seguridad material. Por otra parte Cedillo cumplió con sus obligaciones de patrón. Por ejemplo en la adquisición de lotes en colonias y ejidos prefirió siempre a sus veteranos y a los familiares de los fallecidos en combate.  El cacique defendió ferozmente a sus colonos frente a los hacendados, rancheros y ejidatarios con los que disputaban tierras y aguas. En tales conflictos Cedillo siempre impuso el interés por los suyos mediante solicitudes formales e informales con las agencias de encargadas del reparto y con las máximas Autoridades, ignorando los veredictos que le eran contrarios y, en última instancia, amenazo con el uso del poder armado o incluso ejerciéndolo.