Verónica
Alejandra Varela Flores.
Lic.
Historia.
UAMCEH-UAT
Falcón, Ramona, liderazgo y
revolución. Movimientos campesinos tradicionales y populares en la revolución
mexicana, en Frederchs Katz (Comp.), Revuelta, rebelión y revolución. La lucha
rural en México del siglo XVI al siglo
X, México, ediciones Era, 1990, vol. 2, pp. 89 – 112.
La revolución mexicana ha sido calificada como un movimiento popular y
agrario. El levantamiento organizado y sistemático que realizaran los pueblos
de Morelos para recuperar sus tierras, o bien los movimientos más tardíos que
tuvieron lugar en algunos estados de la republica, como Veracruz, Yucatán y Michoacán,
donde las organizaciones políticas y militares de los campesinos forzaron
importantes reformas en la estructura de la propiedad.
En la actualidad la revolución no
fue un movimiento único y generalizado sino más bien fue un mosaico de
rebeliones locales, cada una con sus raíces y objetivos. Por un lado los
orígenes sociales de los participantes, tanto lideres como seguidores, las
causas de las insurrecciones, los objetivos proclamados y los logros obtenidos,
variaban significativamente de un movimiento a otro.
Por una parte se encuentra el
levantamiento encabezado por Francisco I. Madero y en el otro extremo está el
movimiento agrarista de Morelos, encabezado por Emiliano Zapata. Entre ambos se
dará una variada gama de rebeliones regionales, que por ende compondrían la
revolución.
REBELIONES TRADICIONES Y
CARISMÁTICAS ALIANZAS Y ANTAGONISMOS, 1910-1920.
La insurrección en San Luis
Potosí no fue, al menos en sus orígenes un movimiento impulsado por la protesta
campesina en contra de la política agraria del porfiriato. Por el contrario, en
buena mediad fue organizada por favorecidos del antiguo régimen.
Durante el gobierno de Porfirio Días,
algunos sectores acomodados y medios entraron en conflicto con ciertas
políticas gubernamentales y formaron varios frentes de oposición por lo que a
lo largo de la revolución, la presencia de esta autoridad de corte
tradicionalista, se convertiría en un obstáculo para la formación de un
movimiento campesino fuerte e independiente, tanto en sus demandas como en su
liderazgo.
Entre quienes durante la revolución, hicieron
valer este mando tradicional se encuentra la familia Santos, caciques dese 1829
en la Huasteca. A pesar de haber erigido en una importante fuerza económica regional
los Santos padecieron algunos conflictos; uno de estos conflictos se origino
cuando los gobernantes decidieron dividir las propiedades comunes. El objetivo
era extirpar a fondo las causas de las rebeliones indígenas, así mismo se
trataba también de obligar a los terratenientes huastecos que poseían tierras
en forma de condueñazgos; por lo que la familia santos perdió su hegemonía
local a manos de otra facción rival, también encabezada por rancheros.
Es aquí donde encontramos las
raíces de las movilizaciones que caracterizaron a la revolución en San Luis
Potosí. La dominación que soportaron los indígenas huastecos por parte de sus gobernantes
a toda una serie de trabajos sin pago alguno.
EL AGRARISMO RADICAL.
Al quedar atrás la etapa armada
de la revolución, tuvieron en San Luis nuevas formas de movilización y
organización rural.
El profundo deterioro agrícola
genero un desempleo que hiso estragos en el campo, mientras que muchas de las
categorías sociales y formas de trabajo acostumbradas en ranchos y haciendas
fueron alteradas. Todo ello ayudo a desquebrajar las relaciones paternalistas
que unían a los peones con los terratenientes. Por lo que estos cambios
sociales habían tenido lugar en medio de un ambiente explosivo. A fomentar este
entorno contribuyeron los dirigentes radicales, que prometían a los campesinos
y a los obreros un futuro mejor e insistían en la posibilidad que los
trabajadores de la tierra adoptaran nuevas formas de participación. Fue entonces
cuando nació el partido nacional agrarista (PNA), formado en 1920, fue el
primero en tratar de agrupar a todo el sector rural en el país alrededor de la
necesidad de impulsar la reforma agraria. San Luis se convertiría en uno de sus
bastidores por tener como dirigentes a Antonio días soto y gama y Aurelio
Manríquez. En San Luis, desde 1920 los
agraristas del PNA buscaban movilizar a los trabajadores de la tierra a través
de una forma diferente de autoridad.
El resultado de la reforma
agraria fue sumamente significativo, si entre 1915 y 1920 se habían dotado
treinta mil hectáreas, en el siguiente lustro los gobernadores entregaron 577
mil hectáreas ejidales. Tan solo en los dos años de gubernatura manriquista
(1924/25) se repartieron 302 611 hectáreas.
Por lo que junto al estado de Morelos y el de Yucatán, el agrarismo potosino
bien podría ser calificado como uno de los más pujantes del país.
EL CACIGAZGO DE UN LIDER
CAMPESINO.
En mayo de 1910 con el triunfo de Obregón sobre Carranza
brindó a Cedillo la oportunidad de reconciliarse con el gobernó federal.
Cedillo volvería a tomar las
armas, junto a sus guerrilleros, para ayudar al gobierno federal a pacificar la
Huasteca, así mismo mas delante desempeñaría un papel importante en apaciguar
las rebeliones castrenses entre 1923 y 1929, así como la guerra cristera de
1926 a 1929.
Hacía años que la revolución
había paralizado las actividades agrícolas y ganaderas, dejando los ranchos y
haciendas sin labores y sin trabajadores. Por lo que al regresar
los combatientes cedillistas a sus hogares, estos se posesionaron de tierras baldías,
cimentando así la influenza de su líder.
La eficaz colaboración de Cedillo
en la pasificación de los rebeldes que seguían asolando las huastecas le
permitió negociar con las autoridades federales la legalización de esas tierras
ocupadas. El arregló se concertó en el verano de 1921, cundo el mismo Obregón
fue a la Huasteca potosina para impulsar su pasificación animando a las tropas
por medio del aumento de salario y aumentando sus efectivos.
Por lo que esta alternativa de
reparto agrario surgió, básicamente, de los propios soldados cedillistas y de
su jefe, por otra parte las tierras tenían que pagarse; y en la mayoría de los
casos Cedillo no expidió unos títulos de propiedad. Por lo que el acceso a la
tierra fue, hasta el final del cacicazgo, uno de sus privilegios. Por ende
Cedillo se convirtió en una autoridad patriarcal en la garantía para alcanzar
un mínimo de bienestar y seguridad material. Por otra parte Cedillo cumplió con
sus obligaciones de patrón. Por ejemplo en la adquisición de lotes en colonias
y ejidos prefirió siempre a sus veteranos y a los familiares de los fallecidos
en combate. El cacique defendió
ferozmente a sus colonos frente a los hacendados, rancheros y ejidatarios con los
que disputaban tierras y aguas. En tales conflictos Cedillo siempre impuso el
interés por los suyos mediante solicitudes formales e informales con las
agencias de encargadas del reparto y con las máximas Autoridades, ignorando los
veredictos que le eran contrarios y, en última instancia, amenazo con el uso
del poder armado o incluso ejerciéndolo.